Trabajar muchas horas fuera de casa no es excusa para descuidar la alimentación. Lo sé porque lo viví: jornadas interminables, reuniones, viajes y la tentación constante de soluciones rápidas y poco nutritivas. Con el tiempo he aprendido estrategias prácticas que me ayudan a comer mejor sin complicarme la vida ni gastar una fortuna. Aquí te comparto lo que realmente funciona en el día a día.
Planificación realista: la base de todo
No creo en planes perfectos, sino en sistemas sostenibles. Dedicar 60–90 minutos el fin de semana a planificar y preparar comida te ahorra estrés y malas decisiones entre semana. Mi regla es: prepara la base y combina al momento.
Con estos ingredientes puedo montar bowls, wraps, ensaladas y platos calientes en minutos.
Recipientes y accesorios que valen la pena
Invertir en buenos recipientes me liberó de excusas. Recomiendo recipientes herméticos de vidrio (p. ej., Pyrex o Glasslock) y una fiambrera térmica para sopas o guisos. Para batidos y cremas, una batidora portátil (como Nutribullet o la Xiaomi portátil) facilita mucho las cosas.
Desayunos que me mantienen saciada hasta la comida
Cuando salgo de casa muy temprano, necesito desayunos que aporten energía sostenida. Mis favoritos:
Preparar la noche anterior me permite no saltarme el desayuno ni consumir bollería en la cafetería.
Snacks inteligentes para la jornada
Los snacks son mi arma secreta contra el hambre y el bajón de glucosa. Procuro llevar al menos dos opciones a la oficina o al coche:
Evito las barritas procesadas; si tomo barritas busco ingredientes cortos y proteína (>8 g) como las barritas de Clif o MyProtein bajas en azúcar.
Comidas principales: fórmulas fáciles y equilibradas
Me organizo con fórmulas que mezclan proteína + carbohidrato complejo + verdura. Algunas combinaciones rápidas:
Si tengo microondas disponible, recalentar estos platos es muy sencillo. Si no, los recetas frías como ensaladas de legumbres o pokés funcionan genial y mantienen la textura.
Comer fuera: cómo elegir bien sin renunciar al placer
Es inevitable comer fuera algunas veces. Aquí mi checklist antes de pedir:
Cuando trabajo en reuniones con catering, me sirvo primero una base de verduras y proteína y evito repetir pan o fritos. No se trata de privarse, sino de priorizar lo que realmente nos nutre.
Hidratación y pequeñas estrategias para evitar el picoteo
Muchas veces confundimos sed con hambre. Llevar una botella grande de agua y aromatizarla con cítricos o hierbas ayuda. También uso estas tácticas:
Suplementos y comidas funcionales (lo que considero útil)
No creo que los suplementos sustituyan una buena alimentación, pero hay situaciones en las que ayudan, por ejemplo viajes largos o días muy demandantes:
Consulta siempre con un profesional si piensas añadir suplementos de forma regular.
Ejemplos prácticos: menú de un día para llevar
| Desayuno | Avena nocturna con yogur griego, semillas de chía y frutos rojos. |
| Snack mañana | Manzana + 10 almendras. |
| Comida | Bowl de quinoa con salmón a la plancha, espinacas, pepino y aliño de limón. |
| Snack tarde | Hummus con bastones de zanahoria. |
| Cena | Ensalada templada de lentejas, calabaza asada y queso feta. |
Errores comunes y cómo evitarlos
He cometido muchos errores hasta encontrar rutinas sostenibles. Estos son los más frecuentes y mis soluciones:
Mantén la flexibilidad sin perder el rumbo
Por encima de todo, la clave es la flexibilidad. Habrá días en los que comerás fuera o cederás a un capricho. Lo importante es que la mayoría de tus decisiones sean nutritivas y que tengas herramientas para volver al equilibrio al día siguiente. Con pequeñas acciones —preparar bases, llevar snacks, elegir bien cuando comes fuera— puedes transformar por completo tu alimentación aun con jornadas largas de trabajo.